México no rechaza al capital extranjero, siempre que constituya,
subordinado a la Ley y a la autoridad, una fuerza de colaboración,
comprensión y ayuda recíproca y fecunda: “La Verdad sobre la
Expropiación…” Gobierno de México, 1940.
Cada Presidente debe jugar el papel que le corresponde ante el momento
histórico que vive y los retos que enfrenta. Lázaro Cárdenas lo hizo con
grandeza en 1938 y Peña quiere hacer lo propio en 2013. Momentos
diferentes pero retos vinculados con el petróleo elemento fundamental
para nuestro desarrollo.
Se ha producido una batalla para apropiarse de la historia, parece
dársele mayor importancia que a construir el futuro. ¿Cómo se pueden
vincular ambas en sentido constructivo? El Decreto de Expropiación de
los bienes de las compañías petroleras (no del petróleo) lo firma el
presidente Cárdenas y Eduardo Suárez su secretario de Hacienda. Este
jugó un papel fundamental en todo el proceso. Como lo relata en sus
Memorias, en 1938 había 3 problemas apremiantes: organizar la nueva
empresa Pemex para operar, superar el boicot internacional de las
compañías para vender petróleo y negociar una indemnización justa.
También, Suárez junto con Óscar Rabasa elaboró para el Gobierno un Libro
Blanco, la “Verdad sobre la Expropiación…”, buena idea a emular ahora
-para contrarrestar la importante campaña mediática de las compañías
petroleras, particularmente la Standard Oil, y demostrar la legalidad de
la actuación mexicana.
A finales de 1940, últimas semanas del gobierno de Cárdenas, ya se había
avanzado en la solución de los 3 problemas urgentes mencionados, la
reforma constitucional se orienta a reafirmar la propiedad de la nación
sobre el subsuelo y el control de su explotación y eliminar el régimen
de concesiones, fuente del mayor abuso histórico. La eliminación de la
exclusividad del Estado a lo largo de la cadena productiva, responde a
la gran visión de que el petróleo debe ser un elemento fundamental del
proceso de industrialización que el Estado no puede impulsar solo.
En la administración del presidente Alemán este desarrollo acelerado
requiere de gran financiamiento externo para el sector energético. El
Gobierno americano lo condiciona a la apertura del sector a empresas
americanas, cosa que el mexicano rechaza. Como solución de compromiso se
aceptan los contratos riesgo, hubo solo 6. Menciono todo esto porque la
historia es un buen referente. Demuestra que los presidentes actuaron
con principios pero con pragmatismo ajustando los medios a los objetivos
nacionales.
¿Qué es lo relevante para el momento actual?: I. Mantener los principios
constitucionales. Preservar la propiedad del subsuelo para la nación y
mantener la rectoría del Estado sobre las modalidades de explotación.
II. Eliminar la exclusividad en la exploración y perforación de los
hidrocarburos y en la cadena industrial que incluye distribución
almacenamiento, refinación y petroquímica, preservando siempre la
propiedad del yacimiento pero permitiendo compartir el flujo de ingresos
y su equivalente (previsiblemente la producción). Así se redactó en las
leyes del Gobierno de Cárdenas y ello es válido ahora, que se busca
como objetivo impulsar el crecimiento.
III. Desde entonces cambió la naturaleza de los yacimientos, ya no son
los terrestres de fácil acceso de la Faja de Oro, ni aun los de aguas
someras de Cantarel ahora se trata de hidrocarburos no convencionales
(en aguas profundas y “shale gas”) de alto costo, compleja tecnología y
alto riesgo. Ninguna empresa en su sano juicio haría la inversión
individualmente. Todos los estados abren su sector energético, sólo
Mexico se mantiene cerrado y sus recursos inexplotados.
IV. La visión utópica es que pemex apoyado en los recursos de la reforma
fiscal puede hacerlo todo. Pero no cuadra la aritmética. Cada pozo en
aguas profundas cuesta 300 millones de dólares, 10 equivalen a todo el
Presupuesto de la Unam. ¡EU perforó 137 en 2012! También sería absurdo
que todos los recursos de la reforma se canalizaran a Pemex. No queda
nada para educación, infraestructura, salud universal.
Hay que tener claro que el objetivo es maximizar la producción y la
renta petrolera para generar recursos y beneficiar a nuestra población.
Mantener un recurso estéril, por un nacionalismo trasnochado, y porque
no tenemos los recursos suficientes, es lo que atenta contra los
verdaderos intereses nacionales. Como ocurrió en 1940 contra la Standard
Oil, hay que decir “la verdad sobre la Reforma Energética.”
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